Performance e instalación (costura sobre tejido de punto)
La primera entrega de Puntadas por pulgada se aleja de la creación de vestuario con la intención de desglosar los elementos básicos que componen a una prenda: el hilo y la tela. La relación entre estos en la acción de coser como una vivencia del tiempo, evidencian la dificultad y el azar de la costura, poniéndose en tensión la fuerza de trabajo con la presión por cumplir a tiempo una producción, lo cual da cuenta también, de las dificultades que aparecen en el proceso cuando las maquilas se comprometen a producir prendas que requieren de un avance tecnológico que no tienen, haciendo que la responsabilidad de la producción recaiga en los operarios; por esto, en esta performance se cose un tejido de punto el cual es incompatible con la máquina familiar, pues esta corresponde a la costura tradicional aprendida en casa: prendas tradicionales que se hacían en tejido plano, cuando este oficio o saber hacer era dominado por alguna mujer de la familia y se hacía en la cotidianidad del hogar; el tejido de punto por su parte, da cuenta de los avances tecnológicos en la industria textil que propició la creación de nuevas máquinas para su confección, y que por lo tanto, transformó radicalmente el estilo de las prendas femeninas, pasando de lo tradicional y formal a lo juvenil e informal; esta es una de las razones por las que las personas se alejaron de la posibilidad de saber coser, porque al haberse tecnificado la confección, se depende de otras máquinas o herramientas que le quitan el papel protagónico a la maquina familiar, volviéndola insuficiente para lograr los nuevos estilos de las prendas femeninas. Además, todo lo que estaba de moda se empezó a encontrar en el mercado a precios bajos gracias al rendimiento de la reproductibilidad a gran escala, que en la mayoría de los casos, depende de la explotación de humanos en países desfavorecidos en donde no se vigilan adecuadamente las condiciones en que trabajan.
La primera entrega de Puntadas por pulgada se aleja de la creación de vestuario con la intención de desglosar los materiales básicos que componen a una prenda: el hilo y la tela. La relación entre estos en la acción de coser, como una vivencia del tiempo, evidencian la dificultad y el azar de la costura, con lo que se ponen en tensión la fuerza de trabajo con la presión por cumplir a tiempo una producción, lo cual da cuenta también de las dificultades que aparecen en el proceso cuando las maquilas se comprometen a producir prendas que requieren de un avance tecnológico que no tienen. Esto hace que la responsabilidad de la producción recaiga sobre los operarios; por esto, en esta performance se cose un tejido de punto que es incompatible con la maquina familiar, pues esta corresponde a la costura tradicional aprendida en casa: prendas tradicionales que se elaboraban en tejido plano, cuando este oficio o saber hacer estaba dominado por alguna mujer de la familia y se hacía en la cotidianidad del hogar.
El tejido de punto, por su parte, da cuenta de los avances tecnológicos en la industria textil que propició la creación de nuevas máquinas para su confección y que, por lo tanto, transformó radicalmente el estilo de las prendas femeninas, pasando de lo tradicional y formal a lo juvenil e informal. Esta es una de las razones por las que las personas se alejaron de la posibilidad de saber coser, porque al haberse tecnificado la confección, se depende de otras máquinas o herramientas que le quitan el papel protagónico a la máquina familiar, volviéndola insuficiente para lograr los nuevos estilos de las prendas femeninas. Además, todo lo que estaba de moda se empezó a encontrar en el mercado a precios bajos, gracias al rendimiento de la reproductibilidad a gran escala, lo que, en la mayoría de los casos, depende de la explotación de seres humanos en países desfavorecidos en donde no se vigilan adecuadamente las condiciones en que trabajan.
Por otro lado, desde la revisión del archivo familiar que da cuenta de la transformación que sufrió la empresa de mi mamá, su participación resulta importante en la performance para evidenciar la relación madre-hijo en la costura y propiciar diversas lecturas sobre las tensiones que pueden existir entre la nostalgia y el progreso, la aceleración y la desaceleración, la velocidad y el ritmo en que cada uno cose, su pericia y mi torpeza. La participación de mi mamá en la obra es una nueva manera de ser reconocida, con lo que representa a la vez a otras mamás, tías y abuelas que ya murieron, ya no cosen o de las que nadie heredó su saber.
El hilo convertido en una costura imperfecta es la línea de vida y sus dificultades en el tiempo. Paradójicamente, el futuro es la tela a la que se le da la espalda y que está sin coser; el presente es lo que se cose, es la aguja que entra en la tela llevando la costura hacia el frente, volviéndose un pasado que se vislumbra como anhelo de futuro, la nostalgia. Así, la obra se convierte en una espera para el espectador, en la que no se sabe claramente cuándo se va a acabar la tela —que, en realidad, nunca acaba, sino que para—. El final de la performance es terminar la jornada y entrar en una tensión por lo que no se hizo o está por hacerse; una incertidumbre, una preocupación latente de las personas que trabajan en las confecciones por su futuro.








